martes, 5 de julio de 2011

El consumo cultural de los inmigrantes


Ver la televisión y escuchar la radio son dos de las actividades culturales más populares entre la población inmigrante latinoamericana en España.

A través de estos medios, estas personas acceden a fuentes de información y entretenimiento baratas y que además les permiten compartir su tiempo libre con la familia. Esta es una de las conclusiones de un informe que acaba de presentar la Fundación Alternativas

El teletrabajo funciona, pero no en pijama

El trabajo a distancia, ensayado en la Administración, es posible - Su éxito requiere empleados motivados que sepan organizar su tiempo, objetivos nítidos y jefes capaces de coordinar y evaluar



Regla número uno a la hora de teletrabajar: quitarse el pijama. "Las rutinas como vestirse o desplazarse a la oficina ayudan a organizar el tiempo", explica Mikel Gorriti, responsable de Recursos Humanos de la Dirección de la Función Pública en el Gobierno vasco. Allí acaba de finalizar una experiencia piloto de seis meses que ahora convertirá el teletrabajo, mediante un decreto, en una modalidad más de empleo. Y los funcionarios vascos, visto lo visto, sí que se quitaron el pijama. Porque el 70% mejoró su productividad, la calidad se incrementó en más de un 42% de los casos y el 84% de los teletrabajadores consideró que su capacidad de organizar tiempo y trabajo es ahora mayor, gracias a la experiencia. Una cifra más sorprendente: casi el 85% reconocía que en alguna ocasión se forzó a trabajar más que en circunstancias normales.

El teletrabajo funciona, pero no de cualquier manera. No todas las compañías ni todos los empleados son susceptibles de apuntarse al trabajo a distancia. O de aplicarlo correctamente y sacarle todo el partido posible. El empleado necesita, como expresa el ejemplo del pijama, "disciplina y autoorganización, sabiendo crear -incluso en su propia casa- espacios de trabajo y espacios de vida familiar o social", recomienda José María Peiró, director del Instituto de Psicología de Recursos Humanos, Desarrollo Organizacional y Calidad de Vida laboral de la Universidad de Valencia. Si lo consiguen, los resultados son brillantes.


Con Internet, la base tecnológica del teletrabajo se ha expandido. De hecho, el requisito básico para pensar en él es disponer de banda ancha. El catálogo de soluciones de software para cualquier tarea remota es enorme. Desde mensajería y chats a trabajo colaborativo sobre un mismo documento. De hecho, algunas soluciones consisten en emular los interfaces de una red social donde los empleados, a falta de coincidir en el bar de la compañía, pueden encontrarse en una cafetería virtual, compartir aficiones en grupos... IBM, por ejemplo, con 400.000 empleados, ha introducido esta solución. De entrada, alivia la fatigante gestión del correo electrónico y permite a toda la plantilla compartir el conocimiento profesional de cada empleado.
Algunos estudios cifran en un 50% el ahorro en la creación de un puesto de teletrabajo frente a uno presencial. Indudablemente, la expansión de la nube de Internet, donde los programas y los contenidos son accesibles de forma remota y desde cualquier máquina, facilita que haya más conversos sobre la oportunidad de ampliar el teletrabajo en las empresas.

Con todo, persisten las resistencias, algunas casi imperceptibles o poco catalogadas. Un empleado me contaba que no pudo soportar la escena doméstica que creaba el teletrabajo. Con un hijo pequeño, este tenía perfectamente instalada la idea de que si papá no estaba en casa... es que se hallaba trabajando. Pero por lo mismo, cuando aquel se encontraba en casa es que podían jugar juntos. El empleado tuvo que poner una llave en la habitación donde trabajaba para disuadir a su hijo de que siguiera exigiéndole más tiempo. Al final, prefirió volver a las oficinas de la empresa.
En España, los teletrabajadores son un 5% del colectivo laboral frente a porcentajes del 20% al 29 % en otros países europeos.