María Tomás, Valencia
¿Somos lo que trabajamos? ¿Por qué cada vez resulta más extraño entender el trabajo como un lugar donde aprender, realizarse y sentir que en algo mejoramos la especie humana? Son un par de preguntas con las que arrancar la batería de reflexiones que el psicólogo y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Iñaki Piñuel, realizaba en el Club Diario Levante para hablar de nuevas afecciones para la salud pública.
Lo que empieza como un síndrome de crisis tras las vacaciones - que afecta al 40% de los trabajadores- puede acabar siendo la manifestación de algo más grave que va del estrés, al síndrome del trabajador quemado y, en el peor de los casos por lo que supone de persecución consciente, el mobbing. Riesgos laborales con dos consecuencias. La dimisión interior, que definía como «estar de cuerpo presente pero de mente ausente». O la huida hacia adelante: los adictos al trabajo. Un fenómeno aún más oculto por cuanto que para la empresa se utiliza como valor para la promoción pero igualmente con riesgo físico y psicológico para la salud. Aunque Piñuel hacía un apunte: «En Europa trabajar tantas horas no es síntoma de involucrarse más sino de incompetencia».
En definitiva, una colección de enfermedades que, según comentaba Piñuel, por un lado, benefician a las empresas -el trabajador que se va o se da de baja es sustituido por otro- pero cuyo coste «pagamos todos. La familia y la sociedad a través del sistema público de salud». La baja maternidad de las mujeres españolas, las situaciones de maltrato doméstico, los elevados casos de separación, el gran índice de fracaso escolar de los hijos, ... «Es el trabajo el que impacta más sobre la vida personal y familiar, vistas las horas que le dedicamos y lo significativo que se ha vuelto el rol profesional», afirmaba. «Cada vez somos menos personas y más aquello que trabajamos, lo que esconde una crisis existencial que está en buena parte del origen de estos riesgos sicosociales».
¿Somos lo que trabajamos? ¿Por qué cada vez resulta más extraño entender el trabajo como un lugar donde aprender, realizarse y sentir que en algo mejoramos la especie humana? Son un par de preguntas con las que arrancar la batería de reflexiones que el psicólogo y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Iñaki Piñuel, realizaba en el Club Diario Levante para hablar de nuevas afecciones para la salud pública.
Lo que empieza como un síndrome de crisis tras las vacaciones - que afecta al 40% de los trabajadores- puede acabar siendo la manifestación de algo más grave que va del estrés, al síndrome del trabajador quemado y, en el peor de los casos por lo que supone de persecución consciente, el mobbing. Riesgos laborales con dos consecuencias. La dimisión interior, que definía como «estar de cuerpo presente pero de mente ausente». O la huida hacia adelante: los adictos al trabajo. Un fenómeno aún más oculto por cuanto que para la empresa se utiliza como valor para la promoción pero igualmente con riesgo físico y psicológico para la salud. Aunque Piñuel hacía un apunte: «En Europa trabajar tantas horas no es síntoma de involucrarse más sino de incompetencia».
En definitiva, una colección de enfermedades que, según comentaba Piñuel, por un lado, benefician a las empresas -el trabajador que se va o se da de baja es sustituido por otro- pero cuyo coste «pagamos todos. La familia y la sociedad a través del sistema público de salud». La baja maternidad de las mujeres españolas, las situaciones de maltrato doméstico, los elevados casos de separación, el gran índice de fracaso escolar de los hijos, ... «Es el trabajo el que impacta más sobre la vida personal y familiar, vistas las horas que le dedicamos y lo significativo que se ha vuelto el rol profesional», afirmaba. «Cada vez somos menos personas y más aquello que trabajamos, lo que esconde una crisis existencial que está en buena parte del origen de estos riesgos sicosociales».
España está sufriendo un alto nivel de desempleo desempleo pero además, los que tienen trabajo están estresados porque tienen miedo de perderlo. El miedo a perder el trabajo provoca que muchos españoles admitan que su empleo le produce estrés y ansiedad.
ResponderEliminarCon el tema del estrés de fondo.Quizá algún estudiante quiere contarnos qué pasa con el estrés en los estudios. En mi curso alguno de mis estudiantes me comentaba que para él es necesario mantener un cierto nivel de estrés para que el rendimiento sea mayor. Yo no sé si tener cierto estrés es bueno. Lo que sí es verdad es que algunos de nosotros necesitamos cierta presión para dar lo mejor de nosotros mismos.
ResponderEliminarYo también necesito un cierto nivel de estrés para trabajar y aprender efectivamente. pero cuando este estrés excede este nivel bastante bajo, siempre estoy nerviosa y no puedo concentrarme más en mis estudios.
ResponderEliminarEn general, este problema se deja explicar por el ambiente competitivo, lo que produce estrés en los empleados.
ResponderEliminarA mí me parece que un cierto nivel de estrés sea necesario para mantener un rendimiento mayor en un período de tiempo.
Desde mi punto de vista, como estudiante, estoy experimentando que mi motivación crece por la competencia cuando la mayoría de los demás es muy ambiciosa.
Si no hay nadie que performa mejor, no se forman nuevos destinos para lograr más.
Sin embargo, el estrés no debe reprimir la fuerza de trabajar; Necesitamos todos nosotros tiempo para relajar.
En torno a este asunto, normalmente es la pregunta de "organización del tiempo".
Desde mi perspectiva, puedo decir que trabajando como supiente y al mismo tiempo estudiando en la universidad es posible si uso mi tiempo hasta el extremo así que se tenga suficiente tiempo para todas las tareas de la vida.
Al revés, cuando tengo un montón de tiempo, logro mucho menos porque no hay presión.
Las palabras del mundo laboral "tiempo es dinero" se deja aplicar a todas las companías, y a veces pienso que la universidad quiere prepararnos a esto.
Concluyendo, se puede decir que estrés, hasta un cierto nivel, produce una eficiencia mejor, pero que es imprescindible que lo abalanzemos, sea por alimentación buena o por deporte...